Los productos congelados han ido convirtiéndose, progresivamente, en una solución perfecta para garantizar la salubridad de los alimentos que tomamos en casa. Sin embargo, no siempre queda clara la terminología usada para calificarlos. A continuación, exponemos las diversas formas de congelación y las ventajas de cada una de ellas.
Ultracongelación, definición y beneficios
Es un proceso de congelado que somete al producto en cuestión a una temperatura inferior a -40º durante un corto periodo de tiempo. Tras el mismo, se congela a -18º para que se conserve todas sus propiedades. Se utiliza nitrógeno líquido o anhídrido carbónico.
El proceso de ultracongelación se lleva a cabo para favorecer la congelación del agua que pueda llevar el ingrediente en su interior, garantizando así su textura cuando se descongele. Entre sus ventajas más destacadas podríamos comentar las siguientes:
– Es posible congelar cualquier alimento (en crudo o cocido) o preparación. Esta característica es fundamental para poder gozar de un sinfín de variantes para cocinar.
– La ultracongelación mantiene los alimentos durante más tiempo.
– Impide la aparición de bacterias y microorganismos.
– Convierte en accesible cualquier ingrediente.
– El sabor del alimento es el habitual que conoces. Si el proceso de descongelación se lleva a cabo correctamente, no hay problema alguno para obtener un resultado perfecto.
El uso de este tipo de productos por los profesionales de la hostelería
no deja de ser uno de los mejores avales de las impresionantes potencialidades de los mismos. Una buena empresa de congelado no duda en ofertar aquellos artículos que mejor pueden completar la despensa de un restaurante o de un hotel, por citar dos ejemplos.
Congelación, características principales
A diferencia de la ultracongelación, la congelación el proceso por el que se consigue congelar un alimento. Se utiliza una cámara frigorífica o un congelador doméstico. No es necesario usar otro tipo de elementos para lograr el resultado esperado. Es importante que tengamos en cuenta que el tiempo de congelación de un producto depende de una serie de factores que debemos considerar para que el proceso sea efectuado con acierto.
El congelador de nuestro frigorífico debería congelar los alimentos a -18º a razón de cinco centímetros de superficie por cada hora. El problema reside en que la mayoría de estos electrodomésticos tienen una capacidad de congelación que se sitúa entre los 0º y los -4º, por lo que resulta indispensable tener en cuenta que para congelar en casa debemos utilizar siempre un recipiente adecuado en el que sea posible poner la fecha. No debemos tardar más de tres meses en consumir lo congelado. En caso contrario, estaremos alterando las propiedades nutricionales del producto.
Entre las ventajas de los artículos congelados deberíamos subrayar que:
– Mantienen sus propiedades correctamente e, incluso, son más saludables que los productos frescos por los motivos arriba mencionados.
– Son muy fáciles de utilizar. Solo debemos seleccionar lo que vamos a cocinar en ese momento en lugar de descongelar piezas completas. Esta característica nos permite ahorrar y aprovechar mejor cada artículo.
– Pueden ser más baratos que muchos artículos frescos y conservados correctamente pueden sorprendernos gratamente al ser cocinados.
– Nos permiten degustar nuestros alimentos favoritos durante todo el año.
Cualquier tienda especializada
en este sector debe cumplir una estricta normativa a nivel europeo que le exige unos mínimos de calidad y una forma determinada de procesar y conservar los productos que tiene a la venta. Las revisiones son constantes, por lo que podemos confiar en la encomiable labor que llevan a cabo estos establecimientos.
Esperamos haber aclarado los rasgos principales de los productos congelados. De cada uno de nosotros depende escoger aquellos que mejor se adecúen a nuestras necesidades y a nuestra forma de cocinar, ya sea como profesional o como cliente final.